Wallis Simpson: joyas icónicas de una reina sin corona
Lore Fryd • Diseño en Accesorios
Publicado originalmente: 2025 • Actualizado: 21/09/2025
Wallis Simpson (1896–1986) no tuvo corona, pero su colección de joyas fue una de las más espectaculares del siglo XX.
Wallis Simpson y Eduardo VIII fueron la gran excepción dentro de la realeza británica del siglo XX: ella, distinguida estadounidense divorciada; él, rey de Inglaterra que renunció a la corona por amor.
Se casaron en Francia en 1937, sin ningún miembro de la familia real presente. Eligieron el amor antes que las reglas.
La duquesa de Windsor dejó una colección que deslumbró al mundo: amuletos felinos, esmeraldas legendarias y mensajes secretos.
Hoy te mostramos algunas de sus piezas más emblemáticas.
El anillo de compromiso
Diseñado por Cartier en 1936, fue el regalo con el que Eduardo VIII oficializó su compromiso. Tras ese gesto, Wallis iniciaría su divorcio, él renunciaría al trono y la historia de la corona británica cambiaría para siempre. Llevaba grabado: “We are ours now 27.X.36”.
Collar “Draperie”
Uno de los favoritos de Wallis, inspirado en la joyería india, creado por Cartier en 1947. Con amatistas, turquesas y diamantes, luce una gran amatista en forma de corazón en el centro. El duque eligió las piedras —excepto las turquesas— y Wallis lo estrenó en 1953.
Démi-parure de rubíes y diamantes de Van Cleef & Arpels
Entre las primeras joyas que recibió: un conjunto con collar, broche en forma de hojas y pulsera en 1936. Destaca por la técnica “Mystery Set”, un ensamblado milimétrico de gemas que oculta el metal y crea un efecto de color continuo —un avance revolucionario de la época.
Broche “Panthère”
Diseñado por Jeanne Toussaint de Cartier, hecho a medida y convertido en símbolo personal: Wallis fue la primera en llevar la célebre “Pantera de Cartier”, una pantera de diamantes y zafiros que sujeta un zafiro extraordinario. La pieza se volvería un ícono de la casa.
Cartier Flamingo Brooch
Encargado por Eduardo en 1940, este flamenco de Cartier se convirtió en una de las joyas más icónicas de la duquesa. Realizado con esmeraldas, rubíes, zafiros, citrinos y diamantes —todo en un solo broche—. Wallis lo lució por primera vez en 1940, en Madrid.
Legado y última voluntad
Antes de fallecer en 1986, la duquesa de Windsor dejó instrucciones precisas: su colección debía subastarse y las ganancias donarse al Instituto Pasteur de París. Fue su manera de agradecer al pueblo francés la hospitalidad que ella y su esposo recibieron durante tantos años.
Estas son solo algunas de las joyas que marcaron su estilo y su historia. Una reina sin corona… pero con piezas inolvidables.
Fotos: Pinterest
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